domingo, 22 de abril de 2012

[España] La buena salud del movimiento contra el capital en Barcelona y la huelga del 29 de marzo

«Somos los que hemos dicho basta, los que por fin masivamente salimos a la calle, los que plantamos el txringuito en plaza Catañuña el 15 de mayo, a los que abrieron la cabeza el 27 de mayo en una actuación de “limpieza”, los que fuimos a bloquear el Parlament, las casas amenazadas de desahucios y los centros sanitarios, los que ocupamos para vivir, los que nos organizamos en asambleas, los que hemos perdido el miedo, pero no la esperanza, los que verdaderamente creemos que todo esto puede cambiar». Extraído de un cartel titulado «Papá!*» pegado en paredes de Barcelona.

El 29 de marzo fue una nueva muestra del crecimiento de la militancia revolucionaria en Barcelona y alrededores. Una expresión del sufrimiento y descontento proletario con el estado actual de cosas. Una fotografía que nos enseña cómo está el balance de fuerzas entre clases. Desgraciadamente, aún muy favorable a la burguesía, pues parece conseguir que la mayoría de la población ni haga huelga ni se solidarice con los huelguistas y ni mucho menos con los piquetes, los destrozos en los bancos y el ataques a las fuerzas represivas.
Aunque no nos interese demasiado la opinión pública y sepamos que nunca “la mayoría” impulsó revolución alguna, esto parecería indicar que siguen faltando demasiados años para vivir un proceso revolucionario a nivel planetario con ciertas garantías de triunfo. Pero el tiempo dirá.
En otros documentos ya hay una exposición sobre el seguimiento de la huelga, con datos y estadísticas. En este, a pedido de compañer*s del extranjero, se realiza esta crónica, teniendo en cuenta lo que sabe y no sabe el enemigo y, habiendo reflexionado previamente, sobre lo que vale la pena explicar y lo que no. Puede haber equívocos y diferencias de opinión. Contar cosas, para que sirvan aquí y en el extranjero, siempre tiene un riesgo.
En este texto solo se pretende narrar algunos episodios de la jornada combativa y reflexionar sobre la salud de las fuerzas revolucionarias en Barcelona. Quienes, en la huelga general, no pretenden radicalizar el paro pactado convocado por los sindicatos. La ven como una posibilidad de expresar el rechazo al capitalismo y consolidar el asociacionismo.
Como decían los proletarios hace cien años, la huelga no puede resolver gran cosa por sí misma, porque agota las fuerzas del proletariado antes que las de su adversario, obligándolo a reanudar el trabajo. Y por lo tanto no puede tener una influencia decisiva más que si es el preludio de una insurrección. Sin embargo, la huelga general lleva aparejada la movilización por ambas partes y permite una somera apreciación del balance de fuerzas.

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