domingo, 25 de diciembre de 2016

OBITUARIO: HA MUERTO UN SÁTRAPA DEL CAPITAL


¿Qué fue la revolución cubana?
Fue un caso más de “liberación nacional” en el contexto de la descolonización y la guerra fría. A mediados del siglo veinte, para que el capitalismo siguiera desarrollándose, muchas antiguas colonias tuvieron que constituirse en polos de acumulación de capital en un marco nacional: para ello tuvieron que modificar su estructura política y económica a fin de poder integrarse al mercado mundial. Las “revoluciones” tercermundistas de esa época no fueron, de hecho, mas que cambios abruptos en la jefatura: los dirigentes que no podían hacer crecer el capital nacional fueron reemplazados por otros que sí podían. En todos los casos, la debilidad de las nuevas economías en formación hizo que los nuevos Estados tuvieran que integrarse a una de las dos imperios comerciales en competencia: el capitalismo democrático occidental o el capitalismo soviético. Tras la revolución, en Cuba nunca se cuestionaron ni desaparecieron las categorías básicas del capital: la explotación salarial siempre fue la base de su sistema de producción. El único cambio importante fue que gran parte del capital fue transferido al Estado, asumiendo éste y el PC cubano la organización monopólica de la compraventa de actividad humana. Para ello debieron implementar formas de salario indirecto (prestaciones de salud, educación y vivienda) que asegurasen la reproducción de la fuerza de trabajo, lo cual es una parte normal de las funciones de cualquier Estado capitalista. De idilio, nada.

¿Quién fue Fidel Castro?
Un abogado liberal burgués que lideró dicho proceso en Cuba, para lo cual tuvo que conquistar por la fuerza el poder del Estado, en 1959. Para entonces, Castro no había leído una sola línea de Marx. Cuando se dio cuenta que el capital norteamericano le daría la espalda y que le iría mejor lamiendo las botas de los burócratas rusos, empezó a vociferar que él era marxista y que su toma del poder era el inicio de una “revolución socialista” en Cuba. En los años siguientes, para dejar claras sus lealtades, defendió el empleo de tanques rusos contra la insurrección del proletariado en Checoslovaquia, apoyó los campos de detención contra homosexuales y otros disidentes, dio refugio a un renombrado sicario de Stalin, respaldó a la dictadura argentina de Videla, mandó encarcelar a los opositores al régimen y decretó luto oficial en Cuba por la muerte del dictador español Franco, entre otras hazañas. Esta farsa, aclamada durante medio siglo por un ejército de trovadores y militantes de la inconsciencia, alcanza hoy, con la muerte de Castro, su apoteosis final: llorando a su héroe uniformado, la izquierda del capital reafirma su adicción a la jerarquía social, al poder político, a la desigualdad económica y a la opresión racial y de género. Los gorilas siguen entre nosotros.

Contra la comedia infame puesta en escena una vez mas por la internacional de los imbéciles, recordamos que “la emancipación de los trabaja dores tiene que ser obra de los mismos trabajadores”, tal como lo señalan los estatutos de la primera Internacional. Esto significa que el comunismo es la auto-emancipación de la especie humana, una obra colectiva y anónima, multitudinaria y creativa, que no necesita héroes y que, al destruir el viejo mundo, necesariamente los suprime a todos ellos.


# extraído de Anarquía y Comunismo nro.7, diciembre de 2016, Chile.

No hay comentarios: